27 jun 2011

Lecturas imprescindibles (16): Enric Juliana. Informe al canciller de Libertonia

Fuente | 4ojos.com

Enric Juliana, cronista parlamentario de los que aún ven los toros desde la barrera (del soberanismo catalán) y embajador de La Vanguardia en la capital del reino (vecino), emitió ayer uno de sus informes (escasamente) diplomáticos al (imaginario) canciller de Libertonia: un magnífico retrato a vuelapluma de la actual coyuntura ibérica, enmarcado en la grave situación que vive "ese inmenso lago entre Asia y el Atlántico que llamamos Mediterráneo":

"España se dirige a unas elecciones relativamente anticipadas que pueden tener lugar entre octubre y noviembre, una vez conocidos los buenos datos de la temporada turística a la que antes me he referido. En condiciones normales podríamos hablar de adelanto técnico, puesto que la legislatura concluye en marzo del 2012, pero el empecinamiento del señor José Luis Rodríguez Zapatero en querer agotar el mandato puede envenenar este asunto. Hay que entender al señor Zapatero. El presidente saliente quiere tiempo para escribir el último renglón de su acelerada biografía política y desea tener garantías de un retiro tranquilo y pequeño burgués en León, la tierra de sus padres y único lugar en el que dice sentir sosiego. Los españoles señalan hoy al señor Zapatero como principal responsable de la grave crisis que vive el país, lo cual no es del todo cierto -los problemas de competitividad vienen de lejos y fueron disfrazados por la especulación inmobiliaria-, pero la sociedad no está para muchas filigranas intelectuales. Como he señalado en anteriores informes, España nunca ha sido muy amante de los matices. El PSOE ha gobernado durante 21 de los 32 años de restauración democrática y la gente hoy le asocia con la crisis, por mucho que al opositor Partido Popular no le faltasen pulmones para hinchar la burbuja inmobiliaria en el periodo 1996-2004. El señor Zapatero cometió la increíble temeridad de negar la crisis en sus inicios. La negó con verdadera tozudez y la gente ahora le aborrece por ello. 'No nos avisaste de que podíamos arruinarnos'. El presidente quiere enmendar ese gran fallo aprobando parte de las reformas que le exige la coalición central europea y el establishment español. No quiere pasar a la historia como el peor presidente de la España democrática desde las indecisiones del centrista Manuel Portela Valladares en el lejano 1935. Y quiere un retiro tranquilo. Sepa, señor canciller, que en este país ha surgido la costumbre de querer someter a proceso penal a los presidentes salientes. Felipe González estuvo a punto de pasar por ese trance y José María Aznar también vivió alguna inquietud al respecto.

La impresión más generalizada hoy en Madrid es que no hay fuelle para aguantar hasta marzo. No, no lo hay. Los problemas se multiplican, el malestar social se extiende, al apoyo parlamentario de los nacionalistas es problemático -los vascos, heridos por la pérdida del Gobierno de Euskadi, se regodean- y la factura que puede acabar pagando el PSOE comienza a ser impresionante. Encuestas recientes a las que he tenido acceso atribuyen al Partido Socialista una pérdida de hasta 60 diputados (de los 169 actuales pasarían a 110). Un descalabro de tal magnitud podría comportar el desencuadernamiento del Partido Socialista Obrero Español, previsiblemente dividido, como en los años treinta, entre moderados e izquierdistas. Algunos socialistas están propugnando un gobierno de concentración nacional con el PP, lo cual, en las actuales circunstancias, significa ofrecerse como acompañantes de una futura hegemonía del centroderecha. Me consta que el nuevo candidato socialista a la presidencia, el primer ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, desea el adelanto electoral.

España, señor canciller, se halla cerca del estado de shock. Quince años de crecimiento económico ininterrumpido se han visto súbitamente estrangulados. La mayoría de los españoles comienza a darse cuenta ahora de que la fiesta tardará mucho en volver. Tanto que quizá no vuelva jamás. Ningún otro gran país europeo está viviendo una experiencia similar. Hasta hace cuatro días, se aferraban a la idea de estar viviendo una tormenta pasajera. En el fondo, deseaban creer en el voluntarismo del señor Rodríguez Zapatero. El paso del tiempo y la acumulación de malas noticias está generando un ambiente de gran pesimismo. Las manifestaciones de los denominados indignados han contribuido notablemente a ello durante estas últimas semanas. Por primera vez desde el intento de golpe de Estado de 1981, los españoles de a pie, los hedonistas de los años noventa y primera década del nuevo siglo, los españoles indiferentes a los más diversos excesos -España lidera el negocio de la prostitución y el consumo de cocaína en Europa- vuelven a ver el rostro del drama social. Un rostro que tenían olvidado.

Unas notas más sobre los indignados, puesto que algunas legaciones diplomáticas en Madrid están enviando informes a destajo sobre este peculiar fenómeno. Señor canciller, en España se registran en estos momentos varias convulsiones, pero, en mi opinión, la más importante, la de mayor alcance, tiene lugar, silenciosamente, en el interior de las casas. Las recientes elecciones municipales y autonómicas así lo indican. Aferrados todavía a la idea del paréntesis, los españoles buscan una solución práctica a sus problemas y podrían dar un voto absolutamente masivo al Partido Popular, aunque la derecha, rocosa, ceñuda y unilateral, no se distinga por su capacidad de diálogo con la más de media España vinculada sentimentalmente a la izquierda. Los indignados son una fábrica de votos para el PP, porque su ira acentúa el carácter dramático del momento. Y además de temer el paro y el desamparo social, los españoles tienen miedo al dramatismo. Ya sé que cuesta de entender, pero nunca hemos de olvidar que este país vivió una Guerra Civil. Una Guerra Civil cuyo recuerdo la izquierda ha abordado estos últimos años con frivolidad. No quiero decir con ello que los españoles teman hoy una guerra. Sólo apunto que el regreso del dramatismo les espanta.

Los españoles son, en su mayoría, unos demócratas despolitizados. La frase no es mía. La tomo prestada del sociólogo Fernando Vallespín, hasta hace unos años director de la agencia estatal de opinión pública. Los españoles aman la democracia, pero durante treinta años han delegado el ejercicio de la política en los partidos, a los que hoy encuentran, súbitamente, todos los defectos del mundo. El nivel asociativo del país es bajo, con la única excepción del País Vasco, Catalunya y Andalucía (esta última con una densa red de hermandades religiosas). La cultura política popular es débil. La política ha sido durante estos años un asunto de élites profesionalizadas. En los últimos siete años, antes del reciente motín de la Puerta del Sol, sólo logró recordar dos conflictos de cierto relieve en Madrid: una revuelta contra los parquímetros en la que los vecinos del barrio de Carabanchel llegaron a arrancarlos de cuajo, y una pintoresca protesta vecinal con miles de madrileños fascinados por una baronesa encadenada a un árbol. Cada equis tiempo, Madrid suelta vapor. El movimiento de los indignados surge de ese fondo social de despolitización. Un sector de la juventud ha querido tomar la palabra y ha hablado a borbotones; algunos con dificultades para la construcción sintáctica. El paro juvenil afecta, sobre todo, a los poco cualificados y a los licenciados en letras y humanidades. Muchos españoles han simpatizado con ellos. El espontaneísmo gusta en España. Este es un país de motines, guerrillas, partidas, huidos y demás gente echada al monte. Ha sido una eclosión novedosa -sobre todo para los profesores de sociología-, en la que las palas de la protesta han removido los fangos antipolíticos del franquismo.

Miles de jóvenes han vivido una experiencia apasionante durmiendo al raso en las plazas. Izquierdistas bien colocados en la cultura oficial han sentido el burbujeo del 'retour d'âge'. Algún despistado ha creído que la protesta antipolítica dará pulmón a los pobres socialistas; el juez Baltasar Garzón ha insinuado estos días su disponibilidad a liderar un partido justicialista de nuevo cuño, y algunos conspiradores de la derecha vuelven a soñar con una República presidencialista que acabe de una vez por todas con los nacionalismos periféricos, a caballo del creciente descontento popular. A estos últimos no hay que perderlos de vista. El señor Mariano Rajoy tendrá que lidiar con la sombra, muy española, del 'Hombre Fuerte'. Sólo me cabe una última conclusión: en España, la procesión, con peineta y banda de música militar, va por dentro".

26 jun 2011

Mis posmodernos favoritos (57): Ficción Sonora de RNE

Fuente | RTVE

El radioteatro, ese hermano gemelo (pero aventajado) de la radionovela -popular y populista-, sirvió de entretenimiento doméstico universal durante buena parte del siglo XX, hasta la llegada de la televisión. Tras la aparición de la caja (no siempre) tonta, aquel apreciable artefacto vomitado por el transistor, insuperable a la hora de crear atmósferas y despertar la imaginación del oyente, quedó relegado a un capricho esnobista que, a cada tanto, es resucitado por aquellos que se niegan a desterrar de las artes narrativas a un género dotado de un magnetismo inigualable.

En España, quien más ha luchado por mantener encendida la llama del teatro radiado ha sido RNE, que de manera intermitente ha venido sirviendo a su público algunas joyas de esta impagable modalidad radiofónica. En esta última etapa de la radio pública estatal, se ha dado en llamar Ficción Sonora a una colección de piezas clásicas, que va de 'El perro del hortelano' a 'Drácula' pasando por 'El exorcista' o 'Psicosis', protagonizadas por artistas de la talla de Clara Sanchís, Miguel Rellán, Nancho Novo o Álex Angulo, a los que siempre acompaña una selección de las mejores voces de la casa. Todas ellas son adaptaciones de populares títulos del teatro, el cine o la novela exclusivamente realizadas para ceder el protagonismo a los micrófonos.

Su última entrega -emitida esta misma semana- ha sido la versión de 'Extraños en un tren', novela de Patricia Highsmith llevada al cine por Alfred Hitchcock: un legendario suspense protagonizado por Ernesto Alterio y Javier Gallego que supone una oportuna puerta de entrada a un mundo que riza el rizo de la posmodernidad.





Fuente | RTVE

22 jun 2011

El odio (mediático)

Fuente | YouTube

"Impresentable", "ignorante" y "cobarde" son las (demagógicas) lindezas que el 'pirata' intereconómico José Javier Esparza lanzó contra Pau Gasol [en el vídeo de arriba] el pasado lunes por el simple hecho de que el jugador de baloncesto defendió el derecho de los 'indignados' a manifestar públicamente su rabia. Lo hizo en un ¿informativo? de los que abundan en la derecha mediática, y no tiene nada nada de extraordinario: así se las gastan a diario en los canales de TDT que están a punto de extinguirse -por insolvencia, económica y profesional-, las emisoras de radio filofascistas y los papeles que (des)informan al abrigo de Dios y las banderas.

Pero me hizo (maldita la) gracia que esto sucediera el mismo día en que un compañero de filas del infame insultador, Juan Manuel de Prada, publicaba en ABC un artículo titulado 'El odio', en el que se autoproclamaba chivo expiatorio del ala diestra comunicacional con más pena (literaria) que gloria (veraz); eso sí, cerrado con una frase incontrovertible: tanto, que el escritor de Baracaldo la está sufriendo en sus propias carnes -que no son pocas-:

"Empezaron a insultarme por la calle hace casi un par de años, coincidiendo con la época en que mis apariciones en tertulias radiofónicas o televisivas eran 'glosadas' en ciertos programuchos o checas mediáticas que, bajo la coartada humorística, se dedican a exaltar el odio; y, aunque dejé de aparecer en tales tertulias, seguí probando los frutos de esa exaltación. Yo estaba acostumbrado a que me insultasen en las cloacas de internet, donde la mezcla de anonimato y encono ideológico (salpimentado con una dosis sulfurosa de odium fidei) favorece este tipo de desahogos sórdidos; pero que te insulten por la calle es una experiencia de otro orden. Quienes te insultan en internet no hacen, a fin de cuentas, sino evacuar una frustración personal que la clandestinidad adereza de coprolalia y espumarajos; en cierto modo, tales insultos son como las inscripciones obscenas que uno se tropieza en las paredes de un retrete público. Pero quienes dejan inscripciones obscenas en un retrete público no van por la calle profiriéndolas a gritos; para que ese salto se produzca hace falta que alguien los estimule y jalee. Quienes te insultan por la calle lo hacen porque otros antes te han señalado como una presa fácil, porque otros antes te han convertido en un guiñapo risible, en un muñeco de pimpampum, en un monigote de verbena al que se puede escupir y pisotear. Quienes te insultan por la calle ni siquiera lo hacen movidos por un odio personal, sino porque detectan en el aire un 'odio ambiental' que ampara su machada. Muchos de los que me han insultado por la calle lo han hecho de forma jocosa y festiva, como si de este modo ratificaran su pertenencia a una tribu, como si de este modo pudieran luego pavonearse orgullosos ante los amigotes: '¡Pues yo a este tío del que se descojona nuestro chequista favorito lo insulté el otro día por la calle!'.

El prototipo de mi insultador es un joven, un poco fiambre ya -lo que Machado denominaba 'mozos viejos'-, a quien seguramente la vida no le ha sonreído demasiado, que languidece en el paro o sobrevive con algún trabajo basura; y que mata el tedio o la desesperación riéndole las gracias a los chequistas mediáticos. Un prototipo mucho más abundante de lo que a simple vista parece, que ya no se puede calificar propiamente de 'marginal': el producto de un modelo social en quiebra, a quien se ha atiborrado de 'derechos y libertades', mientras se le prometía un reino de Jauja ilusorio; y que, tras descubrir que tal reino no existía, se ha encontrado con una plétora de 'derechos y libertades' inútiles que, por fermentación, acaban convirtiéndose en indignación biliosa. Lo natural hubiese sido que tales jóvenes, un poco fiambres ya, hubiesen vomitado esa indignación biliosa sobre los causantes de su infortunio. Pero los causantes de su infortunio, muy previsores, hallaron el modo de desviar esa indignación hacia quienes ninguna culpa teníamos. A fin de cuentas, tales jóvenes, algo fiambres ya, eran carne de ingeniería social, alimentados con los residuos radiactivos de un progresismo de recuelo aderezado de atavismos anticatólicos; bastaría, pues, señalar, escarnecer, caricaturizar, desde cualquier checa catódica, a unos cuantos chivos expiatorios que osasen contrariar los postulados de la ingeniería social en boga. A mí me incluyeron en el número de los chivos expiatorios; y desde entonces me empezaron a insultar por la calle. Pero no se exacerba el odio impunemente; algún día quienes lo indujeron, exaltaron y jalearon serán devorados por él".

Mis posmodernos favoritos (56): Manuel Jabois


La red tiene estas cosas: un lector de provincias -pongamos de Badajoz- puede tener como columnista de cabecera a un escritor de provincias -pongamos de Pontevedra- y quedarse tan fresco. Donde no llega el papel llega lo virtual, que, paradojas de la posmodernidad, termina siendo mucho más real que aquel. Así que el lector de provincias -un servidor- lleva siguiéndole la pista al gallego Manuel Jabois -incomprensiblemente más joven que él- desde que este se hiciera en 1993 con el premio de periodismo Julio Camba -con tan solo 25 añitos-. Camba escribió hace casi un siglo en ABC: "A mí se me ocurren muchas tonterías, y en cuanto tengo confianza con la gente las digo. [...] Necesito que ustedes no me tomen nunca completamente en serio. Ni completamente en serio ni completamente en broma". Y Jabois hizo suya la confesión del ilustre paisano desde el principio: asegura escribir sus artículos "a través de un personaje que no sentía ni reía, sino de un tipo de cierta distancia escéptica y humor desesperado", con "una mirada entre sobrepasada y terriblemente cínica, de quien tiene que bajarse trabajosamente de la gamela, de la chalana, a contar una actualidad cien veces vista".

Esto lo dice en el prólogo de Irse a Madrid y otras columnas, una (imprescindible) antología que acaba de reunir con lo más granado de su precoz (aunque dilatada) trayectoria. En una de las reseñas que he leído sobre ella, Txani Rodríguez concluye: "Provisto de un tono cercano a la autoparodia -'hablar de mi es un tema que me tiene fascinado'- y con un talento extraordinario para hacer literatura como quien no quiere la cosa, Manuel Jabois convierte la anécdota en algo trascendental, lo oficial en anecdótico, el personaje en persona y esta compilación de columnas en una crónica contemporánea tan lúcida como descacharrante". Vale como aproximación. Mucho más que la realizada por mi admirado Arcadi Espada: "Las crónicas de Jabois tienen mérito, y el principal rehuir el amaneramiento que da el saberse un joven escritor. Tiene además bien medido el tono de estupefacción que da el paulatino descubrimiento del mundo. Quiero decir que no canta como una calandria. En las crónicas hay, además, algo nuevo e importante: la influencia del blog".

No estoy de acuerdo: Jabois no rehuye el amaneramiento. Precisamente el mayor acierto de su escritura -a mi parecer- es la vuelta a la edad de oro del columnismo, a los clásicos del periodismo del siglo XX. Jabois escribe con letra de molde sirviéndose de las nuevas tecnologías y ahí radica su mérito. No oculta sus deudas expresivas -esos "quiere decirse que" y "o sea" tan umbralianos- aunque las difunda a través de un blog, Apuntes en sucio, del que beben algunos medios del grupo El Progeso y la revista digital FronteraD. En él se puede gozar del arte (y ensayo) de uno de los mejores cronistas de la era que nos ha tocado vivir, cuyo diario -también alojado allí- debería convertirse en el manual del 'egotrip' de tanto iletrado juntaletras como padecemos.

Casa de citas (10): Pueblo igual a prensa


"Una prensa capaz, desinteresada y solidaria con la sociedad, intelectualmente entrenada para conocer lo que es correcto y con el valor para conquistarlo y defenderlo, conservará esa virtud pública sin la cual un gobierno popular es una farsa y una burla. En cambio, una prensa mercenaria, demagógica y corrupta producirá, con el tiempo, un pueblo tan vil como ella".

Mis posmodernos favoritos (55): Telediario en 4'

Fuente | RTVE

La enfermedad más agresiva y contagiosa del siglo XXI se llama infoxicación y el único antídoto capaz de inocular su veneno se llama criterio selectivo. De momento, me mantengo a salvo de tan fiera epidemia gestionando mi tiempo (mediático) como si se tratase de los ahorros que no tengo. En consecuencia, no siempre resulta posible, ni apetecible, tragarse un informativo de esos que ahora duran una hora más la prórroga meteorológica. La alternativa para no caer en la desinformación reinante en las Españas es uno de los más provechosos inventos de la (magnífica) web de RTVE: el Telediario en 4'.

Esta minisección, que no es más que la (completísima) entradilla de cada una de las ediciones del Telediario de La 1, se basta y se sobra para mantenernos al tanto de la actualidad, yendo al grano, obviando lo accesorio, con la ventaja de poder ser consultada a cualquier hora. Todo un lujo si tenemos en cuenta, además, que los informativos de la televisión pública estatal vienen siendo reconocidos en los últimos tiempos, de manera (casi) unánime, como los mejores de la historia de nuestra televisión, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Y eso hay que aprovecharlo, porque no quedan tan lejos los tiempos en los que los (des)informativos de la era Aznar se ganaron (a pulso) la primera sentencia condenatoria por manipulación informativa de su historia y porque, de volver el PP al gobierno dentro de unos meses, mucho nos tememos que la excelencia presente volvería a hacer mutis por el foro.

20 jun 2011

Un 'tiempo nuevo' que llega por 'error'

Fuente | kiosko.net

Por fin... Por fin van a cambiar muchas cosas en la Extremadura del "tiempo nuevo". La izquierda (mediática) y los mandamases (des)unidos pretenden alarmar al ala siniestra de la sociedad pronosticando que la decisión de IU de permitir un gobierno regional del PP con su abstención es "un error". Pero no hay tal, salvo que la gestión de su (i)limitado poder en el futuro inmediato desdiga sus intenciones -ya se barrunta una moción de censura, antes incluso de la investidura-. El error mayúsculo es el cometido por el PSOE (de ahora y de siempre, en Extremadura y fuera de ella): desprecio, prepotencia y opulencia han sido los elementos más visibles de sus años en el poder; y ahora empezará a pagar la (carísima) factura de tal dispendio. Consecuencias de la política (mal entendida).

El gesto de Izquierda (des)Unida, en cualquier caso, ejemplifica como pocos las dificultades de poner en práctica la (tan demandada) democracia (real ya): el respeto a la decisión de la mayoría -los militantes- contraviene la opinión de otra mayoría -los dirigentes: Lara, Llamazares, Escobar, Casco...-, que ahora queda en minoría -paradojas del sistema- en la defensa de su programa y sus promesas electorales y en la representación de otra mayoría -los votantes-.

Fuente | YouTube

Mis posmodernos favoritos (54): ATTAC

Fuente | ATTAC

La Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) es un movimiento internacional altermundialista que promueve el control democrático de los mercados financieros y las instituciones encargadas de su control. Se originó en Francia en 1998, como grupo de presión a favor de la introducción de una tasa a las transacciones financieras internacionales, para restringir la volatilidad de los mercados de capitales, a raíz de un editorial publicado por Ignacio Ramonet en Le Monde diplomatique en diciembre del año anterior en el que promovía la aplicación de la tasa Tobin y la creación de un grupo de presión que actuase públicamente en pro de la misma. El 3 de junio siguiente se fundó ATTAC, con la participación de numerosos miembros de la izquierda francesa. Hoy está presente en la mayoría de los países de Europa Occidental y en un importante número de países africanos y sudamericanos -incluyendo más de mil agrupaciones locales- con una plataforma ampliada, que incluye el control de las decisiones de la Organización Mundial del Comercio, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el Fondo Monetario Internacional, el Grupo de los Ocho y otros organismos.

En sus propias palabras, "ATTAC es una organización internacional involucrada en el movimiento altermundialista", que combate "la mundialización liberal", trabaja "por alternativas sociales, ecológicas y democráticas con el objetivo de garantizar los derechos fundamentales de todos" y lucha "muy especialmente por la regulación de los mercados financieros, el cierre de los paraísos fiscales, la introducción de un impuesto global para financiar los bienes públicos mundiales, la anulación de la deuda exterior de los países en desarrollo, un comercio justo y la aplicación efectiva de límites al libre cambio y los movimientos de capitales".

Además de Ramonet, las cabezas pensantes de ATTAC incluyen a figuras internacionales como Noam Chomsky o Susan George y los domésticos Vicenç Navarro y Juan Torres López. El sitio web de ATTAC España recoge artículos de información y opinión y enlaces a los blogs publicados por agentes afines a la causa, además de hacer hueco a (la activista) ATTAC TV y ofrecer en descarga directa (y gratuita) varias publicaciones que analizan la crisis actual y sus efectos.

19 jun 2011

Lecturas imprescindibles (15): Enrique Moradiellos. Una dictadura personal

Fuente | El País

Enrique Moradiellos pertenece a la (noble) estirpe de los historiadores despreciados por la Real Academia de la Mentira Histórica que confecciona diccionarios por encargo (y al gusto) del mejor postor. O sea, su obra está garantizada por el rigor. Así lo ha venido demostrando desde que se empeñó en desmontar los mitos que  los (fachas) neorevisionistas edificaban sobre sus particulares falacias seudohistóricas y así lo vuelve a demostrar en su última publicación, cuyo título despeja cualquier género de dudas: La historia contemporánea en sus documentos. En este flamante ensayo, el profesor Moradiellos se aleja de las interpretaciones (gratuitas) y se ciñe a las certidumbres que arrojan las fuentes históricas. Verbigracia: la dictadura personal del generalísimo (autoritario pero no totalitario) Franco:

"La fotografía [reproducida arriba] refleja fielmente el final del proceso de encumbramiento del general Francisco Franco Bahamonde (Ferrol, 1892-Madrid, 1975) al poder político omnímodo en España, después de su victoria contra el bando republicano durante la Guerra Civil española (17 de julio de 1936-1 de abril de 1939). Permanecería en el poder como 'Caudillo de España por la Gracia de Dios' hasta su fallecimiento en Madrid por muerte natural el 20 de noviembre de 1975, a los 84 años de edad, después de una dolorosa y prolongada agonía de casi mes y medio.

[...] Cuando la crisis sociopolítica española alcanzó su coyuntura crítica en el primer semestre de 1936, Franco fue una de las piezas básicas de la amplia conjura militar que se fraguó contra el Gobierno del Frente Popular surgido de la victoria electoral de las izquierdas en febrero de dicho año. Y cuando esa conjura desembocó en la sublevación del 17 de julio de 1936, Franco cumplió su cometido con presteza: aseguró su éxito en las islas Canarias (donde el Gobierno le había desplazado) y pasó a Marruecos para ponerse al frente de las más combativas y eficaces tropas españolas disponibles. Era un triunfo considerable puesto que la insurrección había fracasado en la mitad más poblada y urbanizada de España y había devenido en una guerra civil.

Los casi tres años de duración de la contienda (1936-1939) fueron una etapa crucial en la vida de Franco y crearon el contexto único para su fulgurante ascensión política a la cumbre del Estado. En un primer momento fue uno más de los generales sublevados que formaron en Burgos una Junta de Defensa Nacional que asumía 'todos los poderes del Estado'. Esa configuración de un poder militar exclusivo en la España insurgente fue paralela a un intenso proceso de involución social y política que revelaba el sentido autoritario, reaccionario y contrarreformista del movimiento de fuerza en curso. Los sublevados se habían alzado en armas con un doble objetivo: para frenar el ambicioso programa reformista aplicado por el Gobierno (cuyo santo y seña era la reforma agraria en el sur latifundista, la descentralización y secularización del Estado, y un amplio abanico de medidas sociales progresistas); y para atajar el espectro de revolución social que creían percibir tras la movilización popular que había acompañado la victoria electoral de las izquierdas.

La prolongación de la Guerra Civil y el crispado contexto internacional contemporáneo exigieron que la junta militar colegiada asumiera la necesidad de concentrar el mando en una única persona que pudiera actuar como comandante en jefe de las fuerzas insurgentes. Franco, que contaba entonces 43 años, recibió de sus compañeros de armas ese encargo porque tenía prestigio suficiente, carecía de competidores (Sanjurjo había muerto al inicio del golpe), dirigía las tropas que más victorias lograban (los moros y legionarios que avanzaban hacia Madrid) y había logrado el vital apoyo militar y diplomático de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini. En consecuencia, a finales de septiembre de 1936 la Junta le nombró 'Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire' y 'Jefe del Gobierno del Estado Español', traspasándole 'todos los poderes del Estado'. La dictadura militar colegiada se convertía así en una dictadura militar de poder personal cuyo único y absoluto titular era Franco.

A partir de entonces, comenzaría propiamente a configurarse el régimen político denominado 'Franquismo'. Porque Franco no se contentó con mantenerse como un simple primus inter pares y portavoz corporativo con relación a sus compañeros de armas que le habían elegido para el cargo. Muy al contrario, al Ejército como pilar originario de su poder le sumó otras dos fuentes de legitimidad que apuntalaron aún más su incipiente autoridad omnímoda. Por un lado, la Iglesia católica, que sancionó su esfuerzo bélico como una 'Cruzada por Dios y por España' y proporcionó un catolicismo militante y beligerante que habría de ser hasta el final la ideología suprema y omnipresente del regimen. Por otro lado, la Falange Española Tradicionalista, el partido único configurado por amalgama y fusión forzosa de todas las fuerzas derechistas, que se convertiría en el instrumento clave para organizar a sus partidarios, suministrar fieles servidores administrativos y encuadrar a la sociedad civil (Organización Sindical, Sección Femenina, Frente de Juventudes).

El consecuente régimen caudillista erigido sobre esos tres pilares, con el inexcusable apoyo germano-italiano, lograría un triunfo incontestable en la Guerra Civil en abril de 1939. El 'Caudillo de la Victoria' asentaría sobre ese triunfo absoluto las bases de la legitimidad de su 'magistratura vitalicia y providencial' (con poderes ejecutivos, legislativos y judiciales), que se prolongaría durante casi cuarenta años, hasta su propia muerte en noviembre de 1975.

Ciertamente, a pesar de todos los cambios más o menos profundos operados en el franquismo durante su larga existencia de casi cuarenta años, hubo un elemento permanente y constante que nunca sufrió menoscabo alguno: el enorme grado de concentración de la autoridad omnímoda en una sola mano y persona. La realidad persistente es que el franquismo constituía sobre todo una dictadura personal y así quedó recogido tempranamente en la legislación que otorgaba al Caudillo una amplísima gama de poderes ejecutivos, legislativos y judiciales. Como establecería la Ley de Reorganización de la Administración Central del Estado firmada por el propio Franco el 8 de agosto de 1939, correspondía al Caudillo 'la suprema potestad de dictar normas jurídicas de carácter general' y radicaba en él 'de modo permanente las funciones de gobierno'.

[...] Preservando siempre su condición de dictadura personal y el equilibrio entre sus tres pilares institucionales y sus 'familias' políticas, el franquismo experimentó una evolución notable a lo largo de sus cuarenta años de existencia histórica. En cada una de esas etapas evolutivas predominaron una u otra de dichas instituciones y 'familias', sin menoscabo del poder último y decisorio del propio Caudillo. En el plano ideológico, sus dos principales señas de identidad doctrinaria están presentes en la imagen pintada en la pared de la fotografía comentada: la 'Patria', un nacionalismo español extremado y excluyente de la 'anti-España' (los vencidos); y 'Dios', un catolicismo integrista y fanático; la simbiosis del nacionalcatolicismo del que Franco fue siempre celoso guardián y beneficiario principal (como Cruzado de la Fe de Cristo). Desde 1936 y hasta el final de sus días, casi cuarenta años después del inicio de la Guerra Civil, Franco fue un dictador carismático cuya legitimidad siguió residiendo en su victoria militar inapelable, en la sanción religiosa otorgada por el catolicismo español y en la identificación de su persona y el interés de la Patria".

Fuente | RBA

Mis posmodernos favoritos (53): El Roto

Fuente | El País

Ser el número uno del humor gráfico en un país como España, donde se dedican al arte del cachondeo ilustrado algunas de las mentes más creativas de la opinión universal, no está al alcance de cualquiera. El Roto lo es. Sin duda. Sin peros. Ningún dibujante mediático de cuantos en nuestra península histérica son es capaz de alcanzar la (perfecta) conjunción entre línea y pensamiento lograda por Andrés Rábago cuando luce las ropas de su heterónimo más popular.

Pintor, dibujante e ilustrador, Rábago ha colaborado, desde el tardofranquismo dictatorial hasta las populares demandas de democracia (real ya) actuales, con revistas y publicaciones como Triunfo, Hermano Lobo, Cuadernos para el Diálogo, Tótem, Madriz, Diario 16, Pardon, El Independiente, El Periódico de Cataluña, Cambio 16, El Jueves, Ajoblanco o Tiempo. Su obra gráfica se recoge, así mismo, en diversos libros: Los hombres y las moscas, La cebada al rabo, Bestiario, De un tiempo a esta parte, El fogonero del Titanic, El pabellón de azogue, El libro de los desórdenesVocabulario figurado o La edad del silencio. Además, ha ilustrado obras de Manuel Vicent, Jonathan Swift y Alejandro Gándara.

Poseedor de numerosos galardones internacionales, su creación se ha podido ver en exposiciones a lo largo y ancho de un mundo que El Roto (casi) siempre ha retratado descolorido. "Su lucidez desesperada, su inquebrantable y necesario sarcasmo, su negrura con causa" -Carlos Boyero dixit- se puede seguir a diario en El País, donde sus viñetas expresan lo que sus compañeros de páginas no se atreven a decir; donde su cruda filosofía desencantada nos despierta cada mañana del sueño (inducido) de la (ir)realidad cotidiana.

18 jun 2011

Mis vicios (in)confesables (10): Borges

Fuente | El País

Esta semana hemos rebasado el primer cuarto de siglo sin Borges (en cuerpo) aunque (el alma de) su literatura permanece inamovible del altar de las letras universales de todos los tiempos. Y en los últimos días se han vertido ríos de tinta -derrochadora metáfora cada vez más exagerada e irreal- sobre su figura, que no abandona la polémica así pasen los lustros. Paradigma indiscutible de la literatura del siglo XX, el docente y ensayista Gonzalo Aguilar responde así desde las páginas de Ñ, la revista cultural del diario argentino Clarín, a la pregunta '¿Por qué Borges es nuestro único clásico universal?':

"Borges es, entre todos los escritores argentinos, nuestro único clásico universal. Su nombre puede ser colocado al lado de los más grandes escritores de todos los tiempos sin provocar risa ni escepticismo. Nacido en un arrabal del mundo literario, si Borges ha llegado a ser un clásico universal no fue por la inverosímil efusión del genio sino por la laboriosa tarea de un escritor que se fue haciendo y rehaciendo con el paso del tiempo.

El principal modo de la universalidad de Borges fue asumir una posición desplazada tanto respecto del espacio como de su tiempo. La posición de desplazado, de orillero, de extraterritorial lo acompañó durante su vida de escritor.

Así, en la Argentina siempre tuvo algo de extranjero y no es casual que su última voluntad haya sido ser enterrado en Suiza, la patria de los conjurados en la que pasó su adolescencia. En relación con la elite cultural y de clase que frecuentaba, tenía algo de primo pobre y arribista: en los treinta, mientras sus amigos viajaban a Europa, él acudía puntualmente a su trabajo en la biblioteca municipal del barrio de Almagro. En su relación con el siglo XX, fue un inactual, un intempestivo, alguien que prefirió construir lo contemporáneo con textos de otros siglos. Fue ajeno a las modas y cultivó, sobre todo en sus ensayos, una discrepancia con las voces autorizadas que fue, a menudo, despiadada.

Frente a una tradición como la argentina, caracterizada por su inclinación hispánica o francófila, Borges introdujo la variable inglesa y defendió el uso de los géneros, el entretenimiento como criterio de lectura, la composición por sobre el azar (postulado por los surrealistas a quienes desdeñaba). Todas estas virtudes, las había encontrado, según afirmaba él mismo, en los escritores anglosajones. A diferencia de los escritores de su época que apostaban a la gran obra, Borges raramente escribió textos de más de diez páginas, y en una literatura que buscaba con afán el compromiso o la intervención, optó por el destiempo y compuso relatos que, antes que recetas, ofrecieron deliberaciones conjeturales (no otra cosa es la ficción en Borges). En un mundo en el que predominan el culto a la persona y a la identidad, Borges nunca se resignó simplemente a ser Borges: proclamó 'la nadería de la personalidad' y simuló ser tan vasto y múltiple como el universo.

La aspiración universal y cosmopolita de Borges también se expresó en su permanente polémica con los nacionalistas, sobre quienes tenía una ventaja: conocía mucho mejor la literatura nacional y supo hacer de ella una interpretación más inteligente, desprejuiciada y libre (de su paso por las vanguardias le había quedado una incredulidad perspicaz contra el autoritarismo de cualquier tradición).

Si defendía a algún autor local no lo hacía por ser argentino sino por considerarlo bueno.

Otra inflexión hace de Borges un clásico universal: haber inventado en un género tan corriente como el cuento, una forma inédita. Creó un narrador conjetural que parece estar al mismo tiempo inventando tramas y constatando información.

Y lo hizo con un modo de narrar que refiere los acontecimientos de manera indirecta y que casi siempre se vale de fuentes librescas raras o apócrifas. El estilo de estos relatos es inconfundible y sus procedimientos saben producir un pequeño escándalo en el orden del lenguaje mediante dobles negaciones, oxímoros, paradojas, enumeraciones desequilibradas.

Borges fue objeto de crítica desde posiciones muy diversas.

Desde el peronismo, un ensayista mediocre como José Hernández Arregui lo llamó 'pájaro nocturno de la cultura colonizada' y objetó su 'colonialismo literario afeminado y sin tierra'. Los críticos de Contorno, que no eran mediocres, lo criticaron por su falta de compromiso. Y sin embargo, no se puede concebir la literatura de Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Rodolfo Walsh, Ricardo Piglia, César Aira, Juan José Saer y muchos otros sin la consideración de lo que Alan Pauls llamó 'el factor Borges'. Tampoco los mejores críticos locales como Beatriz Sarlo, Josefina Ludmer, Sylvia Molloy o Noé Jitrik hubieran ensamblado sus máquinas de lectura sin el auxilio de su literatura. Salvo en la poesía, donde su influjo es menor que el de Oliverio Girondo o Juan L. Ortiz, Borges conjugó para sus herederos narrativos la alegría del aprendizaje y la pesadilla de lo insuperable.

Hay, de todos modos, entre los infinitos Borges que la crítica ha relevado, uno que todavía está por descubrirse: el cultor de los misterios narrativos que practica en su obra una magia profana y profanadora. Porque si bien Borges pertenece a ese linaje de escritores que se remonta a Edgar Allan Poe y concibe los relatos y los poemas como artefactos deliberados, es decir, hechos a conciencia, también puede descubrirse en ellos locura, animalidad, perversas elucubraciones. Más allá de sus apuestas al orden y a la inteligencia, Borges nunca dejó de colocar en el centro de sus narraciones un misterio que nos deja perplejos: ¿por qué Kilpatrick, el protagonista de Tema del traidor y del héroe, termina colaborando con aquellos a los que quiso traicionar? ¿Es la historia de Emma Zunz un incesto figurado basado en una historia, la del padre, que nunca se podrá saber si es verdadera? ¿Cómo interpretar la referencia a la homosexualidad de la cita bíblica que encabeza La intrusa? ¿Por qué el suicidio es la cifra de resolución de varias de sus narraciones? Bajo el carácter supuestamente frío y cerebral de su imaginación narrativa, a medida que pasa el tiempo se hace cada vez más evidente la violencia sediciosa de sus delirios trágicos, de sus perversidades y de su risa intempestiva. Borges todavía es un extemporáneo, Borges todavía está en el futuro".

Fuente | YouTube

Mis posmodernos favoritos (52): Eñe


El último número de Eñe ha supuesto para mí un doble placer: primero, el de recrearme, 'one more time', por entre las páginas de una de las publicaciones culturales más cuidadas del panorama editorial patrio; segundo, el de paladear cada línea de un ejemplar admirablemente dedicado al trago largo desde el reclamo 'gintónico' de su portada hasta la última gota (de tinta) literaria. Así, deleitando, ha llegado el juguete intelectual de La Fábrica a su número 25, que certifica que ha sobrevivido a otras tantas estaciones de los últimos seis años.

"Eñe es", según sus responsables, "una revista para leer. Una revista de creación literaria". ¿Su contenido? "Eñe publica relatos de ficción, poesía y ensayos personales que giran en torno de un tema (pues es una publicación monográfica) [...]. Cada número lo ilustra un artista de renombre, que crea la portada y las ilustraciones del interior. Eñe es trimestral y su salida coincide con las estaciones del año. Es una revista, pero parece un libro. Mide 14,5 x 22 cm, tiene unas 140 páginas y cuesta 10 euros. Se hace en español y se dirige a un público que piensa, habla y vive en español [...]. Una revista para guardar".

Y sí, eso es, más o menos, lo que propone el artefacto editado por Alberto Anaut y dirigido por Camino Brasa, cuya trayectoria está plagada de páginas gloriosas escritas por los más ilustres representantes de las letras contemporáneas: un lujo que internet lleva hasta los hogares de los más escépticos, con limitaciones -hay que pagar por la mayoría de las piezas- pero con todo lujo de detalles para despertar el apetito lector.


Fuente | Eñe

12 jun 2011

Casa de citas (9): El amor nos multiplica

Fuente | Wikipedia

"Cuando creíamos ser una fracción de nosotros mismos, llega el amor y nos multiplica".

Mis posmodernos favoritos (51): Manuel Rodríguez Rivero

Fuente | XL Semanal

Ejerce desde hace algunos años -por voluntad propia, harto de estar harto del mamoneo congénito del universo cultureta- una de las profesiones más extrañas del mundo posmoderno: la crítica editorial. Sí, Manuel Rodríguez Rivero, legendario editor de alguno de los más grandes narradores nacionales -Javier Marías o Antonio Muñoz Molina, por ejemplo- en sellos como Cuadernos para el Diálogo, Alfaguara o Espasa, escapó hace algún tiempo del ruedo editorial para ver (y, sobre todo, contar) los toros desde la barrera. A diferencia del crítico literario, que analiza el contenido de los libros, el ínclito comentarista catalán desentraña el continente, es decir, todo lo que sucede hasta que el libro llega al lector y todo lo que viene después.

Es algo así como la portera (indiscreta y charlatana) del edificio editorial español y conoce tan a fondo la vida privada de cada uno de sus inquilinos, que leer sus chismes (metaliterarios) resulta un placer irrechazable para los amantes de los entresijos culturales. En su currículo mediático se cuentan las publicaciones en las que ha colaborado por decenas, pero la mayor parte de sus confesiones han tenido lugar en las páginas de El País -de las que se exilió durante un tiempo por higiene mental a las de ABC-. El diario de Prisa acoge en la actualidad sus dos secciones fijas: 'Los ídolos de la cueva' y, mi favorita, 'Sillón de orejas', ubicada en el rincón más disfrutable (intelectualmente) de Babelia.

Rodríguez Rivero se ocupa, como ha quedado dicho, del mundillo editorial patrio y sus bajezas, pero no se entenderían sus (hilarantes) denuncias sin los excursos contextuales que se pasean por el resto de la cultura, la política y la sociedad de nuestro tiempo. Todo ello pasado por el filtro (mucho más que) irónico que gasta un anglófilo de pro que no puede (ni quiere) esconder su devoción por el humor británico y sus alrededores. Resultado: lo que él mismo definió alguna vez como "notas sedentarias del viajero superfluo".


11 jun 2011

Lecturas imprescindibles (14): Adonis. Diez tesis sobre las rebeliones árabes actuales

Fuente | The Atlantic

La hojarasca mediática del 15-m ha relegado a un segundo plano, al menos en nuestro país, la verdadera revolución (popular) sufrida en el mundo árabe desde comienzos de 2011. Bien está, si así os parece, pero ya va siendo hora de volver a lo capital. Por ejemplo, atendiendo a las 'diez tesis' propuestas por el poeta sirio Adonis -uno de los intelectuales árabes más influyentes- acerca de las rebeliones que están teniendo lugar en el norte de África y el oriente más próximo (a nosotros), perfectamente aplicables a la seudorevuelta protagonizada en nuestras plazas por los indignados domésticos [recojo aquí la primera y las dos últimas y enlazo al artículo completo al final del post]:

"Primera tesis:

¿Qué perderían los árabes hoy si desaparecieran todos sus regímenes?

La respuesta a esta pregunta define ya el valor y nivel de dichos regímenes. Lo más probable es que la inmensa mayoría de los árabes contesten: no perderíamos nada.

No obstante, esta misma respuesta es la que convierte a la acción por cambiar dichos regímenes en una suprema responsabilidad histórica, tanto cultural como humana. Sobre todo, el cambio no debe reducirse únicamente al aspecto político-de poder, sino que ha ser global y radical, es decir, que transforme la estructura socio-cultural sobre la que se levantan dichos regímenes. El régimen político es parte de un todo, por lo que un mero cambio en cuanto poder, y nada más, no será más que una acción superficial, y nos devolverá, más pronto o más tarde, a los mismos problemas.

La verdad es que la cuestión del poder ha sido, a lo largo de la historia de los árabes, su principal problema. La lucha por el poder fue siempre la causa de sus confrontaciones y guerras intestinas, y hasta de sus múltiples cismas y sectas. En ellos, el poder no emana de la gente como expresión de la voluntad popular, sino que viene de arriba, por lo que la violencia, el odio y la coacción son elementos consustanciales, casi orgánicos, de dicho poder.

Esto no quiere decir que los árabes no hayan conocido califas y gobernantes con realizaciones culturales y civilizadoras importantes. Pero, esto tampoco niega el carácter básico y fundamental que la lucha por el poder tiene en la historia de los árabes.

Existen muchos ejemplos, empezando por las guerras intestinas del islam, ya en la época fundacional, la de los califas ortodoxos [los cuatro primeros], y pasando por las épocas omeya y abasí, sin olvidar el clamoroso ejemplo ofrecido por al-Andalus. Luego, con la caída del califato otomano, el poder árabe recupera el modelo del califato con nombres y formas diferentes: 'realeza', 'democracia', 'república', 'liberalismo'. Y los ejemplos de alianzas realizadas en el islam para preservar el poder, incluso con los enemigos del islam, son abundandes y bien conocidos por todos los interesados.

Dentro de esta obsesión por el poder, hemos visto, y vemos, especialmente a 'grandes' potencias extranjeras, apoyar a este o aquel gobernante árabe para que asegure sus intereses, y a pesar de ser conscientes de la corrupción del gobierno en cuestión. Y cuando ven que la poltrona de ese poder árabe empieza a zozobrar, las mismas potencias se apresuran a desprenderse de él. Y hasta puede que intervengan militarmente para derribarlo. Para ellas, lo importante es participar en el juego del poder árabe con una sola finalidad: garantizarse el dominio sobre tal poder.

Palestina es una trágica muestra de la obsesión de los árabes por el poder. Los partidos palestinos, 'revolucionarios' en origen, y coincidentes todos ellos en el principal objetivo de su razón de ser y en que se enfrentan a un mismo y crucial peligro, son dirigidos ante todo, sin embargo, por la idea del poder, por la lucha por el poder. Agreguemos que los problemas derivados de la lucha destructiva por el poder dentro del mismo partido, desde mediados del pasado siglo xx, no han sido, por su significado y consecuencias, menos peligrosos que los problemas generados por la lucha con el exterior colonialista (el Yemen democrático, Irak y Siria, son ejemplos de ello, aunque no los únicos) [...].

Novena tesis

Cualesquiera que sean las circunstancias y cualesquiera que sean los resultados de las movilizaciones y rebeliones árabes (para mí positivas en todos los casos y en más de un nivel), las fuerzas progresistas democráticas de cada país árabe, especialmente en Siria, las organizaciones civiles, las asociaciones juveniles democráticas, sobre todo las feministas, deben formar una alianza democrática para luchar teórica y prácticamente por el establecimiento de un Estado civil, de instituciones civiles y de una sociedad civil. Y para evitar que los países árabes se deslicen hacia gobiernos religiosos en nombre del 'islam moderado' o hacia gobiernos tiránicos y totalitarios.

Décima tesis

Stendhal decía que si una persona quiere ser miembro destacado de una gran sociedad debe aprender el arte de sacrificar concesiones a la voluntad general, aunque ésta se encuentre equivocada. Si no lo hace así, esa persona no será nada, ni logrará nada, y no merecerá más apelativo que el de 'hijo extraviado'.

Yo, personalmente, prefiero ser un 'hijo extraviado' antes que apoyar la voluntad general equivocada".


10 jun 2011

Mis posmodernos favoritos (50): Jeff Jarvis

Fuente | BuzzMachine

El debate sobre el presente (continuo) y el futuro (inmediato) de los medios de comunicación, principalmente de los escritos, va camino de convertirse en 'la noticia' de este primer tramo del siglo XXI. Cada vez son más las plataformas comunicativas que se suman al (peligroso, inconsistente) juego predictivo sobre el porvenir de nuestra profesión en la era digital, olvidándose de que, más allá del soporte o el formato -el continente- seguirá prevaleciendo la calidad informativa -el contenido- cualquiera que sea el resultado del acertijo. De entre la maraña de opinadores sobre el asunto -meros aficionados, la mayoría- sobresale el norteamericano Jeff Jarvis, "el más inteligente analista  tecnológico y de medios", según el Financial Times.

Desde su blog BuzzMachine, Jarvis desentraña a modo de dietario (particular y general) la actual revolución digital y sus efectos sobre los medios de comunicación de masas, que ya nunca volverán a ser los mismos. De paso, va trazando un impagable 'quién es quién' corporativo y personal del entramado mediático universal. Todo ello, con la acidez propia de quien no se casa con nadie en un mundo en el que las alianzas condicionan cualquier manifestación pública. Gracias a 233grados.com, los hispanolectores podemos disfrutar desde hace tres años de los más provechosos posts de Jarvis traducidos al español, lectura obligada para todo aquel que sienta curiosidad por conocer la realidad del panorama informativo posmoderno.

Jeff Jarvis es profesor asociado y director del programa de periodismo interactivo y nuevos modelos de negocio para proyectos informativos de la City University de Nueva York, columnista del diario británico The Guardian y consultor de algunos de los medios más prestigiosos del mundo. Anteriormente fue editor, columnista, crítico o reportero en publicaciones como Entertainment Weekly, New York Daily News, TV Guide and People, San Francisco Examiner, Chicago Tribune o Chicago Today.


9 jun 2011

Mis muertos más frescos (6): Jorge Berlanga

Fuente | El Mundo

A la muerte de su padre, el genial director cinematográfico Luis García Berlanga, Jorge esbozó en los periódicos este (indirecto) autorretrato: "En el ser o no ser, cabe preguntarse qué es ser Berlanga. ¿Ser insatisfecho, ser incómodo, ser mal español, ser un bicho raro, ser un señorito respondón, ser un proscrito? Puede que no sea más que una aspiración a pensar algo dentro de la nada, a no creer en el mundo al mismo tiempo que se lo ama, a tener un desprecio por la vida sin perder la pasión por ella. Es ver y preguntarse, sin descanso, aunque parezca una actitud perezosa. Observar todo lo que ocurre y tratar de arreglarlo con ocurrencias. Darle la vuelta al mundo y levantarle las faldas para verle el culo. Encontrar en impertinente búsqueda el sentido original de las ideas como instrumento para la libertad de las personas". A lo peor, refiriéndose a su padre, Jorge Berlanga resolvió definitivamente la ecuación que no fue capaz de descifrar en hasta ese momento en sus columnas. Acaso, muerto el padre, y muerto el hermano -Carlos, soberbio autor de canciones en la 'Movida' y después-, los complejos profesionales se fueron al carajo y su pluma se liberó.

Poco importa esto ahora que ha desaparecido, también él, también joven, con la obra (y la vida) a medio hacer. Queda el consuelo de recordar su limitado legado -fue guionista, narrador y columnista- y gozar con la lectura del perfil que trazó de él el inigualable Umbral hace una década en las páginas de El Cultural:

"Cuando yo visitaba con frecuencia -eran otros tiempos- la dacha de Luis García Berlanga, veía por allí a toda la familia, excepto a Jorge, a quien me imaginaba en su estudio escribiendo cosas, ya que su vocación literaria era indudable. El chico se manifestó como escritor con las primeras traducciones del primer Bukowski, en Anagrama. El viejo americano se había puesto de moda y vendía mucho. Estaba en su etapa porno, o sea la menos interesante. A Luis y a mí, aquella máquina de follar nos parecía un plagio tardío de Henry Miller, pero Jorgito Berlanga nos decía que éramos unos antiguos, que Miller estaba pasado y que lo moderno y lo crudo era Bukowski.

En cualquier caso, el conocimiento del narrador y poeta americano a mí me vino por Jorge Berlanga y comprendí que si aquello era lo moderno yo me había quedado en Juanita Reina. Ahora, Berlanga ya no traduce a Bukowski ni a nadie, que yo sepa, pues hace mucho tiempo que se consagró como columnista en el ABC de Anson. Anson, que arrastra su estela donjuanista, ha sido siempre muy aficionado a descubrir estos jóvenes posmodernos, que en realidad es lo que le gusta. Actualmente, Jorge Berlanga escribe en La Razón y hace una columna casi diaria, lo que nos permite seguir no sólo al columnista sino al hombre, ya que Berlanga es muy autobiográfico, cronista de Madrid y de sí mismo.

Berlanga principió lanzándose a la columna mundana, anglosajonizada, irónica y noctámbula. Y en eso se mantiene, pero lo que antes era una orgía perpetua se le ha convertido en las coplas de Jorge Manrique, donde no llora a su padre sino a sí mismo pues se ve cansado, solo, desnivelado, con el corazón a deshora y la máquina de escribir con gripe. David Gistau ha hecho en La Razón una buena columna sobre el Berlanga actual, que partía de una fe joven y urgente en la actualidad y hoy empieza a cansarse de ser tan libre, tan solitario en su apartamento (emigró de los padres), aunque imagino que tan visitado como siempre por sus curiosas amigas, samaritanas de solterones y enamoradas del marido imposible e irreductible que se basta a sí mismo con un trago, un amor, una máquina de escribir y un tema.

Siempre he visto claramente que Jorge Berlanga había creado para sí el mito del columnista solitario y nocturno, a la sombra de una mujer cambiante y al sol del artículo mañanero. Una vez su madre, la encantadora María Jesús, se me quejaba de que Jorge ganaba poco, y es que en esta profesión se gana poco y por eso hay que escribir todos los días, acudiendo a los periódicos con el artículo en la mano como los mendigos iban a los cuarteles con la escudilla de la sopa boba.

-Jorge tiene muchas novias, pero gana poco.
-Es que con el amor no se come.
-Y tú que lo digas, Paco.

Esta conversación la hemos mantenido varias veces María Jesús y yo. Aquí está la eterna cuestión entre la vocación y el dinero. Berlanga mantiene con bizarría su oficio de columnista, pero es demasiado caballero para contarnos sus días de turbio en turbio, sus noches de claro en claro. Lo que nos cuenta, en realidad, es la estela de una vida que se ha elegido solitaria, enamorada, periodística, más de película que de la realidad, pero nunca de película de su padre, porque lo primero que tiene que hacer uno para realizarse es matar al padre, como todos sabemos, y Jorge Berlanga se está realizando día tras día. Lo que importa en él, aparte las finas observaciones que nos cuenta, aparte las delicias de una vida no siempre deliciosa, es la desnudez de un hombre que no ha querido amarrarse a lo seguro sino que desde muy joven vivía fascinado por las llamadas de lo inseguro, por el canto de las procelas. Ha sido fiel a su vocación de solitario, que es la más hermosa (yo estoy lleno de soledad), y nos da ejemplo todos los días. Dicen sus admiradores y admiradoras que llega a los bares del martini matutino con lejanía y pereza, desgarrado de calles y alucinado de insomnios, como por la noche llega a los aledaños del mal y los arrabales (los arrabales, en realidad, están en el centro) con la copa servida, la crónica que se le ha organizado sola en la cabeza y el vasto cansancio de no haber hecho nada más que imaginar. Imaginar es el trabajo más profundo y doliente que se le puede presentar a un hombre, ya que se imagina con todo el cuerpo y no sólo con la cabeza, y se imagina sobre uno mismo, ejercicio necesario para volver a ser el que éramos anteayer, pues los filósofos dicen que no existe el sujeto y sólo somos lo que hacemos.

Jorge Berlanga hace más que cualquiera sin perder el dandismo de no hacer nada, de ocultar el trabajo, de fingir el ocio, en lugar de explotar sindicalmente (no es lo suyo) el paro secreto en que vive y al cual él mismo se ha condenado. Hermosa condena que le envidiamos precisamente porque es la nuestra. Siempre se envidia en otro lo que uno tiene en casa. Jorge ha perdido alegría, festividad, domingos, novedad en el oficio y emoción de los comienzos. Por eso ahora está más sobrio, más profundo, más sabio, menos ambicioso, más contemporáneo, y ahora de verdad. Cada uno de sus tragos es una copa amarga que nos tomamos con el hombre callado que tanto sabe, y sabe porque ha vivido y ya no escribe para ejercitarse sino para confesarse. Venga otra copa de lo mismo".

Mis posmodernos favoritos (49): Felipe González

Fuente | elplural.com

Como en las mejores 'famiglias', en la mía -es un suponer- el respeto al padrino es la opción más provechosa -se mire como se mire-. Cuando hace algo más de cuatro años un puñado de amigos y yo pusimos en marcha VOZ emérita, el 'único' semanario de la capital de Extremadura, tuvimos el honor de que su primer número viera la luz apadrinado por el expresidente del Gobierno Felipe González: su artículo inaugural arrancaba en primera, y su punto y final se situó en la página 3, junto al primer editorial al que di forma. Por aquel entonces mi admiración hacia el mejor gobernante que ha disfrutado nuestro país en democracia -sí, sí, con sus defectos y sus excesos- ya era mucha, pero desde entonces se hizo incalculable.

Desde siempre seguí su rastro, político y mediático, allá por donde sus huellas delataran su paso. Y a día de hoy lo sigo haciendo. Convertido de un tiempo a esta parte en (prácticamente) un editorialista más de El País, a cuya tribuna se asoma siempre que los asuntos europeos, la gobernanza o la intrahistoria del socialismo patrio lo requieren, hace un par de meses estrenó una nueva (y breve) sección en elplural.com, el diario digital progresista comandado por el impresentable Enric Sopena, que lleva el evocador (y autoirónico) título 'Por consiguiente'. Se trata de unos mínimos apuntes sonoros sobre cuestiones de actualidad en los que se deja entrever el punto de vista de uno de los políticos mejor formados de la Europa contemporánea, que no es poco.



Fuente | VOZ emérita

8 jun 2011

Mis muertos más frescos (5): Jorge Semprún

Fuente | El Cultural

"Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía (su abuelo materno, Antonio Maura, fue ennoblecido por Alfonso XIII) que se comprometió con la Segunda República, hijo del embajador en La Haya durante la guerra, estudiante refugiado en París desde 1939, joven 'maquisard' bajo la ocupación nazi, torturado por la Gestapo e internado en el campo de Buchenwald, militante del PCE desde la liberación, miembro del Comité Central desde 1954 y del Buró político desde 1956, expulsado oficialmente del partido en 1965, ministro de Cultura de Felipe González en la monarquía parlamentaria... La reflexión teórica, la vocación literaria y la militancia política se disputaron a lo largo de su vida la pugna por constituirse en su seña de identidad principal, sin lograr ninguna de ellas desplazar nunca enteramente a las demás". Esta es la perfecta (aunque incompleta) síntesis que Javier Pradera traza apresuradamente en El País de la trayectoria vital de su compañero de industrias y andanzas Jorge Semprún, fallecido en París hace unas pocas horas a los 87 años.

Semprún fue muchos hombres: Federico Sánchez y algunos heterónimos más en la clandestinidad comunista; el preso 44.904 de Buchenwald; el ministro de Cultura más cultural de la (social)democracia española; "un enciclopedista" (González);  "un español universal" (Molina) o "un escritor francés que amaba sobremanera nuestro país" (Juristo); "un guionista comprometido" (Riambau); "un gran intelectual" (Goytisolo); "un rojo español" (Ridao); el perfecto equilibrista entre 'la escritura o la vida' (Valcárcel)... Pero Jorge Semprún fue, principalmente, "el hombre que no conoció el rencor" (Arroyo): "una rareza" (Vargas Llosa) "excepcional" (Gracia) alumbrada en nuestra península histérica y madurada a lo largo y ancho de un continente -el viejo- en el que fue testigo, protagonista y, más tarde, cronista, de los episodios más calamitosos del sangriento siglo XX; un siglo al que "se basta por sí solo para dar carácter" (González).

España, y los españoles, no le trataron todo lo bien que debían -en esto parece haber unanimidad-, y en esta triste hora, tarde ya para enmendar tamaña injusticia, se hace imprescindible recordarlo.

Fuente | RTVE

Mis posmodernos favoritos (48): Hermano Lobo

Fuente | Hermano Lobo

Desaparecida justo antes (6 de junio de 1976) de mi llegada a este mundo (15 de julio de 1976), Hermano Lobo fue una (admirable) publicación humorística que alivió la rutina del tardofranquismo y que, una vez cumplida su principal misión, se extinguió para certificar la certidumbre de que con(tra) Franco se vivía mejor. Como nunca pude bajar al quiosco a comprarla -también a eso llegué tarde-, supe de ella gracias a la nostálgica prensa progresista, que de cuando en vez miraba hacia atrás sin ira para echarle un piropo. Luego vinieron las antologías en forma de libro -alguna de ellas hace bulto en mi biblioteca- y los ejemplares sueltos arrancados a pellizcos a los tenderetes del (bajo) Rastro y a ese invento denominado feria del libro antiguo y de ocasión. Por último, los milagros de la posmodernidad han permitido que una iniciativa conjunta de la Universidad de Salamanca, José Ángel Ezcurra Carrillo y Ediciones Pléyades haya puesto a disposición de los internautas más cachondos la colección completa de los 213 números de aquel impagable "semanario de humor dentro de lo que cabe".

Como cuenta La Ciberniz -página web de la Academia del Humor nacional-, la vida de Hermano Lobo "se extendió, desde el 11 de mayo de 1972 al 6 de junio de 1976. En ese tiempo se publicaron de 213 números. Su tamaño era de 38 X 25 cm., su precio inicial de 15 pesetas, estaba impreso en buen papel de excelente gramaje, constaba de 16 páginas y se utilizaban dos tintas, de forma que el color fuese mudando semana a semana.

Creado y animado por Chumy Chúmez (aunque al principio figurara como director Ángel García Pintado, después sustituido por Bernardo de Arrizabalaga), se inspiró en Charlie Hebdo y procuró dar la máxima importancia a los dibujantes, relegando a los escritores a una tarea complementaria, mientras les obligaba, además y en la medida de lo posible, a ocultar sus nombres verdaderos bajo los correspondientes seudónimos, de manera que no había forma de identificar la personalidad que se ocultaba tras ellos.

Veamos algunos ejemplos: Arturo Ruibal era Sir Arthur, Emilio de la Cruz Aguilar, Mc Macarra y Aemilius, Joaquín Jiménez Arnau, Jimmy Corso, Francisco Umbral, Lord y Tío Óscar, y así. Otros articulistas fueron Carlos Luis Álvarez 'Cándido' que se firmaba Licántropo, Luis Carandell, Luigi Sametegal y Don Luis, Manuel Vicent, José Luis Coll y Rosa Montero; pero quienes atraían la máxima atención eran los artistas gráficos: Chumy Chúmez, Manuel Summers, Gila, Perich, Cesc, Ops, y Forges [...].

Posteriormente el equipo se fue incrementando con dibujantes como Saltés, Dodot, Cortázar, Amalito y Ramón, al tiempo que Ops se desdoblaba también en El Roto, mientras otros escritores aumentaban asimismo su nómina: Eduardo Haro Teclen, que también se firmaba como Pozuelo, y Manuel Vázquez Montalbán como Sixto Cámara o Adolfo".

Cierto es que en Hermano Lobo había más santos que señas, pero no es menos cierto que en sus textos se podía leer entre líneas el ideario del antifranquismo más recalcitrante, aquel que, una vez iniciada la transición hacia aún no se sabía qué, acalló un humor que oscilaba entre lo blanco y lo negro propios de la época pero que no supo adaptarse al colorín de los nuevos tiempos.


Fuente | Hermano Lobo