Fuente | Festival de Mérida
En el dossier de prensa facilitado por la organización del Festival de Mérida a los medios, se sintetiza el último espectáculo estrenado en el Teatro Romano como "un viaje hacia la totalidad". Y es en esas cinco palabras, precisamente, donde queda resumida la pretenciosidad de una compañía como Karlik Danza Teatro, que ahora cumple sus dos primeras décadas de vida y a la que, generosamente, el certamen emeritense ha vuelto a ceder su escenario más importante como regalo de cumpleaños. La totalidad es cosa de dioses y, por más que se trabaje al amparo de la mitología grecolatina, no deberían olvidar los artistas autóctonos que sus limitaciones son propias de mortales.
Duele reconocerlo, pero cada vez que el cronista ve caer el (imaginario) telón tras una propuesta de la compañía extremeña -y ya van unas cuantas- siente algo parecido: admiración y decepción a partes iguales. Los espectáculos paridos por Karlik se quedan siempre en la promesa de lo que pudo ser y no fue. Cristina D. Silveira, su responsable artística, y David Pérez Hernando, encargado de la técnica y la producción, forman un encomiable tándem artístico, pero sus creaciones se caracterizan por hacer de la capa de la plasticidad un sayo: poseen un enorme talento para alumbrar imágenes de irresistible (e incontestable) belleza pero atesoran, igualmente, una irrefrenable facilidad para echar por tierra sus aciertos escénicos merced a un incomprensible gusto por el exceso y la ambición mal entendida, que lastran sus producciones sin remedio.
El pictorialismo dramático debe ir de la mano de la sustancia argumental para no quedarse en mera postal artística, y (lamentablemente) es esto último lo que sucede (habitualmente) cuando Karlik Danza Teatro firma una propuesta. En el caso que nos ocupa, 'El viaje de las heroidas', el investigador Carlos Alonso echa una mano a los responsables de la compañía para dar forma a (lo que pretende ser) un viaje por, alrededor y desde la mujer, o sea, un viaje en el que la mujer se convierta en la única protagonista de la historia (y de la Historia). Para trenzar los hilos argumentales que se confunden en el ecléctico tejido resultante, Alonso y Silveira se nutren de un puñado de textos clásicos, con Safo de Lesbos como autora referencial, que giran en torno a lo que el poeta Ovidio reunió bajo el título 'Heroidas', es decir, una colección de cartas de amor escritas por los personajes femeninos de la mitología y la literatura -Penélope, Fedra, Dido, Ariadna, Medea o Helena- a sus amados con la insatisfacción como elemento unificador.
Mas resulta que, entre acrobacia y acrobacia, entre danza y danza, se cuelan los berridos ininteligibles de Memé Tabares y las excentricidades de la música compuesta por Seidú e interpretada en directo durante la representación para tornar incomprensible y accesorio lo que debiera ser alimento para las emociones y el entendimiento. Queda reducido así, este 'viaje', a un puñado de plausibles alardes acrobáticos y coreográficos que, en cualquier caso, parecen poco aval para uno de los cuatro únicos espectáculos que podrán contemplarse en el Teatro Romano de Mérida este verano.
[Artículo publicado en nosolomérida.es]
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