11 sept 2011

El día que (no) cambió el mundo


La pregunta del día, de la semana, del mes, (¿del año?) es "¿Dónde estabas tú...?". La cuestión muere, con perdón, en el sempiterno 11-S, logotipo oficioso del ya histórico 11 de septiembre de 2001, el día que cambió el mundo. O no: yo prefiero pensar que ese día únicamente se confirmó que todo es susceptible de empeorar, lo mismo que unos años más tarde, cuando comenzó a desfilar ante nuestros incrédulos ojos una lozana dama a la que todos llaman crisis -el adjetivo, en este caso, lo dejo a gusto del consumidor-. Hoy por hoy, el enemigo público número uno no es el terrorismo global sino la crisis económica mundial, consecuencia, en un alto porcentaje, de la causa provocada por aquel: la guerra de los muchos años.

Por centrarnos en la pregunta de marras, la respuesta es: Llegué a casa cuando el primer avión ya se había estrellado contra la primera torre gemela; encendí el televisor y, cuando aún alucinaba con el thriller más real que el cine posmoderno ha regalado a la humanidad -perdón, de nuevo, por la deformación profesional-, el segundo avión atacó la segunda gemela. El resto del día lo pasé picoteando en todos los medios a mi alcance para regodearme en el asombro, el terror y el dolor. Así somos los seres humanos, las criaturas más animales que pueblan el planeta.

El décimo aniversario de la catástrofe demuestra lo que digo: un bombardeo -perdón, una vez más- sin precedentes convierte en irrespirable la atmósfera mediática de la 'rentrée'. Mi explosiva contribución es este post, que no pretende otra cosa que dejar constancia del agotamiento de una sociedad cada vez más aficionada a mirar hacia atrás (con o sin ira), profundamente inmersa en una retromanía que impide cualquier tipo de progreso.


Fuente | RTVE

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