Fuente | Presseurop
Hace ya algunos años que un gran chirigotero gaditano con mucha guasa (re)bautizó como 'Peluconi' al detestable 'rey de Absurdistán', o sea, el (hasta antesdeayer) primer ministro italiano (y flamante dimisionario) Silvio Berlusconi: el gobernante más indigno -no el peor, ni el más cruel, ni el más surrealista- de cuantos aún gozaban -y gozan, ¡qué remedio!- del poder que otorga el insensato pueblo a resultas de practicar ese peligroso juego que las regiones (más) civilizadas del mundo mundial llamamos democracia.
Dicen los expertos domésticos -de allí- que ahora "Italia se enfrenta al vacío", ignorantes aún de que el vacío era el medio en el que vivían hasta hace una semana, pues la nada era la materia prima más manoseada por el (pen)último mandamás que se ha llevado por delante la crisis. Lo paradójico del asunto es que la dimisión de Berlusconi ha provocado la llegada al gobierno italiano de un personaje al que los medios internacionales han convenido en llamar 'Súper Mario': unanimidad nada halagüeña para el porvenir de Italia y de Europa.
Fuente | Presseurop
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