10 may 2011

Mis posmodernos favoritos (33): Le Monde diplomatique en español


Fundada en 1954, como suplemento del diario Le Monde, Le Monde diplomatique es una publicación mensual de información general y de opinión, editorialmente independiente en el seno del grupo francés de centro-izquierda. La mayoría de sus artículos son redactados por periodistas independientes, intelectuales y universitarios. Se publica en una treintena de idiomas y sus ediciones internacionales se cuentan por decenas, tanto impresas como electrónicas, cubriendo la actualidad de Europa, de América del Sur y del mundo árabe.

Desde finales de 1995 existe Le Monde diplomatique en español, que en su primer número advertía, por parte de su director, Ignacio Ramonet: "En Le Monde diplomatique creemos que informarse sigue siendo una actividad productiva, imposible de realizar sin esfuerzo y que exige una verdadera movilización intelectual... Una actividad tan noble en democracia, como para que el ciudadano decida dedicarle una parte de su tiempo y su atención. Si nuestros textos son, en general, más largos que los de otros periódicos y revistas, es porque resulta indispensable mencionar los puntos fundamentales de un problema, sus antecedentes históricos, su trama social y cultural, su importancia económica, para poder apreciar mejor toda su complejidad".

Esa ha sido la clave del éxito -más tarde corroborado- de una publicación indispensable para conocer con detalle los entresijos de la geopolítica internacional posmoderna, como subrayaba de nuevo Ramonet, en este caso a cuatro manos con Ferran Montesa, en el decimoquinto aniversario de la publicación: "Algunos se extrañan de que un periódico de apariencia tan austera, que sigue publicando artículos largos, serios, documentados, enriquecidos con un sólido aparato de notas de pie de página, consiga no sólo fidelizar a sus lectores sino ampliarlo. Los que de tal suerte se sorprenden no conciben, en el campo mediático, más que dos maneras de hacer periodismo: apostando por la infantilización de la audiencia o procediendo a una aborrecible simplificación de la realidad.

Hoy, los medios reproducen a los medios, como un espejo que refleja otro espejo, en una configuración abismal. Internet y las redes sociales aceleran el fenómeno. Y dibujan una realidad en la que lo importante se diluye en lo trivial, lo verdadero y lo falso se confunden, la lógica maniquea triunfa y el sensacionalismo sustituye a la explicación.

En las columnas de Le Monde diplomatique en español, nos esforzamos por conservar un punto de vista diferente; partiendo del principio de que nuestros lectores no son ni ingenuos, ni incultos. Compartimos con ellos, en este período complejo de transiciones múltiples, una idéntica y rabiosa voluntad de saber y de comprender. En todos los campos, desconfiamos de las 'verdades definitivas' basadas a menudo en consensos dóciles y no en la incómoda confrontación con los hechos. Cuando todos los medios se dejan arrastrar por la velocidad y la instantaneidad, nosotros pensamos que lo importante es ralentizar, frenar, concederse tiempo para el análisis, la reflexión, la duda. Cuando, en la mayoría de los medios, se imponen los 'expertos' y los 'especialistas', o sea 'los que saben cada vez más de un área cada vez menos amplia', nosotros nos esforzamos por proponer una lectura pluridisciplinar y presentar la información bajo sus cinco dimensiones esenciales: política, económica, social, cultural y ecológica".

Así es, y por eso cuesta dinero informarse de manera independiente; aunque la red sirve de manera gratuita algunas piezas ineludibles para despertar el espíritu crítico de los lectores, como los editoriales de Ignacio Ramonet, en los que el autor dibuja "un mapa del mundo y registra como si de un sensibilísimo sismógrafo se tratara, los signos del tiempo para seguir postulando la utopía de un futuro más justo, más libre, más humano" [pueden leerse agrupados en el flamante Quince años de resistencia y de ira].

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