6 jun 2011

Un (nada) 'franco' diccionario

Fuente | Carne cruda

La Historia es un libro formado por historias que el tiempo (y sus escribanos) se encargan de tergiversar a su antojo. La Historia (des)informa a nuestros alevines desde las escuelas, según el capricho del mandamás político (y cercano) de turno, y (mal)forma a nuestros adultos cuando aparenta ser información diaria en las páginas de los periódicos: si la prensa nacional no es capaz de ponerse de acuerdo al retratar los éxitos deportivos de los nuestros -quitando y poniendo banderas rojigualdas en función de la susceptibilidad del (im)probable lector-, cómo le vamos a pedir a un bastardo diccionario biográfico elaborado al dictado de una ideología concreta -la derecha- honestidad y mesura a la hora de relatar la vida (y milagros) de los acólitos al Régimen (de cuando entonces) y al régimen 'paganini' (de ahora).

No solo en España sucede lo que sucede pero aquí resulta más sangrante, por nuestro pasado y por nuestro presente. El contribuyente -tomado como figura plural- subvenciona un vademécum ultra con los ahorros que no tiene solo para que unos cuantos de esos (agrandados) políticos que acaban de ganar las recientes elecciones (y esperan ganar las próximas), más sus antepasados ideológicos, salgan favorecidos en el autorretrato. Y luego viene el ejercicio de envainársela, pero poco, a medio camino entre la (rebelde) resignación y el contraataque del (impune) criminal cultural y sus cómplices, que se regodean sin complejos en sus (peligrosos, repugnantes) desvaríos.

Si no fuera porque los españoles aún somos capaces de tomarnos a cachondeo las puyas (morales) que nos cuestan millones de euros -así las gastamos en la península histérica: esta la pago yo y ponnos otra-, la #spanishrevolution debería abandonar definitivamente la calle: no para volver a casa sino para asaltar los despachos de tanto (irresponsable) defensor de la patria -una, grande y libre, por supuesto-; y, una vez allí, demostrar sus conocimientos en Historia universal y dar uso al invento de 'monsier' Guillotin que protagonizó aquella legendaria #françaiserévolution. Descabezados los aguiluchos, otro gallo cantaría.

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